Alta incidencia de delitos entre jóvenes
Los delitos entre los jóvenes han aumentado de forma alarmante en los
últimos tiempos, pasando a ser un problema que cada vez genera mayor
preocupación social, tanto por su incremento cuantitativo, como por su
progresiva peligrosidad cualitativa.
La delincuencia juvenil es además una característica de sociedades que
han alcanzado un cierto nivel de prosperidad y, según análisis, en las
sociedades menos desarrolladas, la incidencia de la delincuencia juvenil en
conjunto con los demás delitos, está ligada a la obtención ilícita de bienes
materiales para el consumo de drogas y, además, la generación de la violencia
de entes con mentes trastornadas de fatales consecuencias.
Mientras el pueblo clama al cielo lo que le permita salvaguardar su
estándar de vida con cierta tranquilidad, en la medida que el ente del mal
orienta su inmenso dominio emocional sobre manipulación de mentes jóvenes como
apresto de conquista emprendida buscando que se amolden a sus malignos
objetivos.
Además de trasgredir a la sociedad incrementa el índice de delitos
perpetrados por jóvenes en sus variadas modalidades, como los robos y asaltos a
transeúntes, casas habitación, vehículos, asalto a mano armada, fatales
accidentes automovilísticos y criminales agravios entre parejas sentimentales.
En este contexto la juventud es la que viene padeciendo por el dominio
de los demonios del mal, pues la adolescencia y juventud se
desvanece al mismo tiempo que los sentimientos desviados que les hacen perder
la vida en su plenitud.
Se corta el sentimiento amoroso ante las miserias generadas por la escasez de
valores e inseguridad, esta última padecida por igual en todos los estratos
sociales de donde es, la fatal violencia, de los delitos que más han incidido
en los últimos acontecimientos acaecidos en este sufrido llano en llamas.
La disparidad no es otra cosa que la intensificación de grietas sociales
consecuencia de una disfunción familiar o la estrechez de la mente de algunos
que no han entendido de valores si no entran en razón de que esos mismos
valores fundamentales son mucho más complejos de lo que suponen y que fuerzas
extrañas atrapan sus mentes.
Lo repetimos, entre el mal y el bien es un rasgo diferenciador por
excelencia. Así lo fue en las sociedades más antiguas, donde la grandeza de los
valores predominaba en la propia sociedad. La nuestra tiene un origen mucho más
reciente, pero ahora con muy fuertes rasgos de indiferencia, objeto de la
modernización y sus avatares que contraen la tranquilidad, progreso e incitan
al infortunio y, además, de la presión, depresión y opresión enorme.
Es inevitable detener el inminente paso de la modernidad, lo que debe
ser crucial para enfrentar los retos actuales y del futuro, es que todos deben
invertir más en enseñanza y formación del semillero de la nación para crear y
asimilar nuevos conocimientos que permitirán enfrentar la cambiante realidad.
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