Con el Mundial de fútbol…
Se suavizan el golpe de las fallas de la selección tricolor. Sin embargo, cada cuatro años, cuando la fiebre del fútbol se extiende por todo el orbe terrenal, los fanáticos de la patada quedan hipnotizados, paralizándose algunas actividades cotidianas también.
Los fans del fútbol mexicano siempre han mantenido su plan “b” y muchos han formado fanaticadas profundas hacia los equipos de otras naciones que normalmente participan, ejemplo real, Brasil, como ícono del futbol latinoamericano, y con España, campeón de la copa del mundo pasada, así como los países europeos. Alemania, Francia e Italia, entre otros. Cualquiera de estos puede ser decisivo para llevarse la copa mundial.
Y muchos de los factores pueden entrar en el complejo proceso mediante el cual la Selección Mexicana define desesperanza a pesar de las lealtades y la fe de su fanaticada que se santigua respecto a verla pasar –cuando menos- a octavos de final en la presente Copa Mundial.
La fanaticada mexicana es famosa alrededor del mundo por nunca desaprovechar un buen chanchullo para conseguir boletos de reventa, y ni hablar de su afición encomiable por canalizar increíbles sumas de miradas hacia las mega pantallas espectaculares para disfrutar del fútbol Mundial.
Qué oportunidad perdida para los líderes de los partidos políticos al no poder inmiscuir promocionales electorales evocando al voto, el que se trata de conseguir de muchos modos pero no con el sudor de la frente,exponiendo que con sus banderías, México sería algo así como el país de las maravillas.
La fanaticada mexicana es famosa alrededor del mundo por nunca desaprovechar un buen chanchullo para conseguir boletos de reventa, y ni hablar de su afición encomiable por canalizar increíbles sumas de miradas hacia las mega pantallas espectaculares para disfrutar del fútbol Mundial.
Qué oportunidad perdida para los líderes de los partidos políticos al no poder inmiscuir promocionales electorales evocando al voto, el que se trata de conseguir de muchos modos pero no con el sudor de la frente,exponiendo que con sus banderías, México sería algo así como el país de las maravillas.
Con ese instrumento catalizador de adoctrinamiento electorero para unos, socialista para otros, molesto y fastidioso en todo caso, también puede hacer un alto para que la mente de los fanáticos del fútbol se nutran de otro valor espiritual, en lo que se encarna sin duda al disfrutar ver los partidos más exponentes del balompié mundial.
El trabajo y esa sensación atada a la condición económica prevaleciente, puede esperar el largo mes que duran los juegos del Mundial, como ya es costumbre, reforzada por el esperanzador objetivo de ver pasar a nuestro equipo tricolor a la siguiente ronda ganándole a Brasil.
Nada puede perturbar la atención a los partidos del Mundial, ni disminuir un ápice nuestra disponibilidad plena para disfrutarlos. Cada cuatro años la fanaticada del fútbol está atenta al partido más importante del equipo que considere como favorito.
Mucho menos la política puede disminuir nuestra entrega a este evento inter terrenal, alejándose de los modelos ajenos que perturban la vida diaria, el modelo económico, la inseguridad y la corrupción, para dar paso al desfile de virtudes y destrezas de quienes nos representan en el Mundial del Fútbol realizándose en Brasil.
La guerra del fútbol mundial es el acontecimiento donde pareciera que se cifra el destino, en que se juega el honor de los países y continentes contendientes. Los mexicanos están conscientes de la altura del compromiso con la representación mexicana, lo que representa para honrar al país en el Mundial de Fútbol.
El compromiso es grande, aunque México no haya clasificado, los fans que no hayan ido nunca a un Mundial, desde casa participan protagónicamente en esta justa, al concentrarse única y exclusivamente en los partidos de México, las antesalas, las entrevistas, los resúmenes, los mejores goles y las jugadas buenas y malas.
Nada puede desviarnos de lo esencial del Mundial. Ni la subida de la gasolina despachada en menos litros en los carros. Ni mucho menos la subida del precio del gas y la bajada de los kilos. Nada puede alterar el ánimo dedicado sin interrupción al embeleso de ver un partido del mundial de fútbol.
Nada puede desviarnos de lo esencial del Mundial. Ni la subida de la gasolina despachada en menos litros en los carros. Ni mucho menos la subida del precio del gas y la bajada de los kilos. Nada puede alterar el ánimo dedicado sin interrupción al embeleso de ver un partido del mundial de fútbol.
Cuando a uno le parece que no se puede estar peor, se producen circunstancias que en efecto sí nos ponen peor. Así pues la conclusión es que siempre se puede estar algo peor y siempre se podrá estar un poco mejor.
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