martes, 2 de octubre de 2012

La Bola de Cristal, "Los moños del PT", 01 de Octubre del 2012

La Bola de Cristal
Los moños del PT
Rogelio RIVERO

En la hipótesis que el tilde local del Partido del Trabajo, PT, Hernán Villatoro Barrios, realza la importancia de las expectativas por su comportamiento anticipado –poniéndose de moños- al predecir que no habrá contertulio con los partidos afines, PRD y MC, y mucho menos con el PAN, porque el líder, tesorero y base a la vez, anticipa: el PT irá solito en el 2013.

En la expectativa de una mega alianza opositora al PRI supone que los agentes afines consideran toda la información relevante sobre el pasado y presente que se encuentre disponible en el momento de tomar las decisiones, puesto que muchos de los acuerdos de las cúpulas nacionales de la izquierda se refieren a coaligarse, hasta con el PAN, para enfrentar al PRI en el proceso electoral intermedio de julio del 2013 en Quintana Roo.

Además de un débil funcionamiento con los partidos chiquillos, que de alguna manera actúan con la racionalidad de su escuálido capital político, formando sus expectativas de acuerdo a la predicción de resultados, con un modelo opositor apropiado a la situación prevaleciente. –O sea, de oportunismo.

El líder estatal del Partido Movimiento Ciudadano, Rubén Darío Rodríguez, dijo: “Espero que la postura del PT sólo sea un exabrupto y haya una reconsideración seria de su parte”, pero si no es así e insisten en no sumarse a la alianza, lo respetaremos porque, “no le vamos a andar rogando a nadie”, reiteró.

Y más si los partidos chiquillos sólo buscan el auxilio del PRD para relacionar la gesta electoral del próximo proceso intermedio con hechos del pasado a través de los cuales se pueda considerar el comportamiento de los tres municipios ganados en armadijo opositor, con nulos resultados para el bienestar de los ciudadanos.

A la hora que la calificación no admite dudas, no sólo porque no se deba escoger entre las banderías opositoras, ahora en pugna y absolutamente antípodas –opuesto a otro lado-, como el PAN, sino también porque se vincula con un hecho de descalificación al comportamiento político de la oposición en el Estado. Gracias a cuyo desarrollo faccioso se manifiesta un fenómeno recurrente que a la ahora de la elección puedan encontrar, por fin, su despedida y fin.

Como se sabe, en el proceso federal anterior se anunciaba la candidatura al Senado de, primero de uno, Gregorio Sánchez Martínez y, luego de otro, Joaquín González Castro, este ultimo destaca por sus cualidades de abogado eminente y por su trabajo político, en lugar de buscar el oxígeno de una candidatura exhausta. Sin embargo, fieros renegados de las tribus del PRD a base de una serie de impugnaciones –en montón- encontraron sustento en la aplicación estricta de la ley electoral, -y lo bajaron del caballo-.

El candidato manifestaba una conducta insólita, pues pretendía cambiar los antiguos hábitos parasitarios por el compromiso con el bien común y porque rechazaba la posibilidad de restablecer los privilegios provenientes de una oposición desmantelada.

La impugnación tuvo eco previo a las elecciones federales pasadas contra la nominación de figuras notables del entonces, y ganó la contienda la perredista, Luz María Beristaín Navarrete, gracias al efecto Peje, un triunfo que se consideró sorpresivo debido a que se imponía frente a una candidata fuerte del Partido Revolucionario Institucional, pero también por las ámpulas que había levantado.

Sobre el alzamiento del tilde local del PT, -cual función no es más que de testigo-, ningún partido ha recibido con mayor profusión los servicios que se le han hecho favor con el mismo acomodamiento en el entorno opositor. Ahora el encono ha dejado al correligionario, solito del PT, en una situación que ahora no encuentra otro modo más que hacer declaraciones a costa de la tolda que lo cobija.

Debido a que aparece temprano para hacer un vaticinio tan funesto, anuncia la no particpación de un fenómeno antagónico que se repite a través del tiempo de acuerdo con las características temporales de cada reto electoral, pese a que las banderías afines de todas las épocas lo convierten en objeto de condenación.

Las palabras dan cuenta del estruendo de una negación que no ha dejado de estar presente con disfraz diverso, revestida de excusas o sin embozo, con extremidades de derecha y de izquierda, con ideologías o sin ellas, antes y después de su aparición. Aunque esté latente su desaparición.

E va hacer a ser visto y usual que rasgos del pasado se restablezcan en una determinada posteridad y se maquillen para aparecer negocios del futuro. De allí la vigencia que incorpora a tan histriónico personaje.

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