Los mariachis callaron
Falló la idea de convertir a México en un país primermundista-futbolero distinto, no fue idea nueva, el fútbol vende y tiene diversas variantes. De las mismas hay una bien singular idea con al menos un titipuchal de antecedentes.
Para el momento de la emoción futbolera no hubo plaza serena ante la desgracia de ver perder al equipo mexicano, en el hogar, en algún bar, en la calle, frente a pantallas gigantes, estremeció cada partícula del alma de los mexicanos con el coraje que viaja de incógnito lamentándose por la derrota.
Pero nada es espontáneo, todo tiene su causa y efecto. En fin, el domingo con el partido México-Holanda vivimos circunstancias difíciles.
Se iba ganando 1-0, sin embargo, las cartas en el marcador se emparejaron quedándose en el camino la esperanza, más con el penal marcado en contra en el último minuto. Perdió la Selección Mexicana y se llenó el Cielito Lindo de nubarrones, de desesperanza, evocándose las frases populares mexicanas, “canta y no llores”, “del plato a la boca”, “ya la tenían y la dejaron ir”, “les sacaron el triunfo de la bolsa”, “volvimos a ser el ya merito” y, también, “se pusieron con Sansón a las patadas”.
El objetivo es el poder ganar a costa aun con el exterminio del contrincante. Para la selección de Holanda fue un juego de poder, aunque nuestra selección sea un equipo del subdesarrollo, a la que se impusieron los holandeses no importando ese contraste radical.
En el fondo, el público percibe que la discordancia radica en que el fútbol es para las mayorías populares, y hay los otros que aspiran ver ganar a los equipos privilegiados crematísticamente con el poder del dinero, los europeos. No hay área de coincidencia, los gigantes anaranjados se impusieron a los ratoncitos verdes, más al verlos cómo se achicaban al final del partido.
Al mundial los mexicanos de la selección fueron a medir fuerzas con enemigos poderosos. A mostrar contradicciones. Como si hiciera falta para pasar a ser el contendor que al final mostró debilidad y falta de coraje, y así confirmar la capitulación de la derrota final.
Cada selección metida en su estrategia, -se la jugaron a todo riesgo-. Los holandeses jugaron con todo y si faltara algo, lo planearon. Sus centros de tiros de esquina trabajaron a tiempo completo y, así llegó el gol del empate.
Lo que se sale del carril produce estragos, ejemplo, el abandono de las misiones en el área defensiva durante los minutos finales del tiempo reglamentario, con lo que debilitaron la posición de triunfo cediendo el balón a terreno comprometido al incrementar más las llegadas de la ola naranja a segmento mexicano con eminente peligro de gol. Y así fue.
El objetivo es el poder ganar a costa aun con el exterminio del contrincante. Para la selección de Holanda fue un juego de poder, aunque nuestra selección sea un equipo del subdesarrollo, a la que se impusieron los holandeses no importando ese contraste radical.
En el fondo, el público percibe que la discordancia radica en que el fútbol es para las mayorías populares, y hay los otros que aspiran ver ganar a los equipos privilegiados crematísticamente con el poder del dinero, los europeos. No hay área de coincidencia, los gigantes anaranjados se impusieron a los ratoncitos verdes, más al verlos cómo se achicaban al final del partido.
Al mundial los mexicanos de la selección fueron a medir fuerzas con enemigos poderosos. A mostrar contradicciones. Como si hiciera falta para pasar a ser el contendor que al final mostró debilidad y falta de coraje, y así confirmar la capitulación de la derrota final.
Cada selección metida en su estrategia, -se la jugaron a todo riesgo-. Los holandeses jugaron con todo y si faltara algo, lo planearon. Sus centros de tiros de esquina trabajaron a tiempo completo y, así llegó el gol del empate.
Lo que se sale del carril produce estragos, ejemplo, el abandono de las misiones en el área defensiva durante los minutos finales del tiempo reglamentario, con lo que debilitaron la posición de triunfo cediendo el balón a terreno comprometido al incrementar más las llegadas de la ola naranja a segmento mexicano con eminente peligro de gol. Y así fue.
La situación del triunfo mexicano se desvaneció en los últimos minutos y si algo quedaba de la cohesión que impuso nuestra selección, que no estaban dejando a salvo el equipo naranja. Si lo sabían los holandeses , por ejemplo, los cambios de jugadores que por visiones distintas del “piojo” Herrera, fueron equivocados en el sentido de poner más fuerte la defensiva del equipo mexicano.
Que el penal en contra fue marcado al arbitrio del árbitro. Pero aquí lo que estamos viendo es una gran molestia de un grupo que se quedó sin el triunfo porque otro se alzó con él, son suficientes razones para protestar. –Aunque ya nada se pueda hacer. Ni modo. Ya ni llorar fue bueno.
Pero lo peor de todo es que actualmente hablar del poderío futbolero de las selecciones europeas va mucho más allá de saber quién manda sobre quién, sino que éste se debate en una especie de clanes anglosajones en el que todo huele a negocio, contubernio y un sinfín de hechos a su favor.
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