jueves, 11 de abril de 2013

La Bola de Cristal, "De sostenidos y sus bemboles", 09 de Abril del 2013

La Bola de Cristal
De sostenidos y sus bemoles
Rogelio RIVERO

Los términos musicales dan connotación símil con la política, según la definición tradicional del término, de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios, con sostenidos, bemoles y sus contratiempos, utilizando los principios fundamentales del ritmo mediante procesos de interpretación.

Así, el flujo musical en la política puede cumplir con variadas funciones. Como al inicio del proceso electoral se han visto inmersos a los líderes de los partidos de oposición cómo se están repartiendo las “partituras” por el acomodo de las notas en el pentagrama.

Utilizando las llaves de Sol, Do y Fa, con los ritmos y compases en alegreto, moderato y a contratiempo, sin respetar las pausas de los silencios, los procesos de selección de candidatos en los partidos de oposición dan pie a esta comparación que puede ser considerada como de absolutismo y dominación.

Ya se han destacado componentes en el marco del proceso electoral, si bien podrían considerarse con flujo sonoro los que expanden descontentos afónicos con los límites de su formulación, por dejar fuera del pentagrama a un cúmulo de fuerzas dispersas que no van seguir en esa sinfonía, ni acompañándolos con su instrumento propagador.

La definición más habitual en los manuales de música se parece bastante a esta definición que presupone hay combinaciones bien hechas, -y otras que no lo son-, lo que es por lo menos, lo que se vislumbra con su intención.

Ahora que la situación  del PAN luce radicalmente distinta a la de los días cuando el panismo lucía dueño de la escena. Los primeros a los que se entregaron fueron a los perredistas. Y lo más lamentable es que sólo algunos de los panistas se lo creyeron. Obviando, como siempre, a su otrora ideología conservadora.

A estas alturas, sólo los nerviosos que quedaron fuera se empeñan en estar pendientes del empaño de su bandería al juntarla en una sola vasija, ya no con el honorado emblema, sino lo que queda de su espíritu alicaído, porque se han dado cuenta de cuán poco le adornan los rayos del sol, que no les permitirá llegar ver lo que fueron cuando iban solos.

Cuando eso pasó, los del PAN creyeron ilusamente que no habría triunfo en la contienda electoral como tal, si no es junto al PRD. Afirmando que las cúpulas piensan en saltar al primer lugar del podio triunfal en la elección intermedia de Quintana Roo, lo que aun  comprometiendo severamente su legitimidad, el PAN necesita desesperadamente vejigas para nadar, en razón de las duras decisiones que debieron tomar sin demora.

Creyendo que la coalición de marras sería un mero requisito formal, ahora con la dualidad emblemática de la oposición, la izquierda, -utilizando la derecha-, se presentaran juntos al proceso y, que incluso, superaría los márgenes logrados en las elecciones del 2010 en las regiones electorales que ganaron. En un diagnóstico tan comprometedor como irreal.

La realidad desplegada con visos al proceso electoral desde su inicio, será otro escenario tan radicalmente distinto al de las ilusiones como para ponerles a temblar, porque la maquinaria tricolor va sobre rieles, y su despliegue ha seguido un rumbo exitoso que a todos tiene asombrados.

No sólo a los que no imaginaron el triunfo tricolor, sino también a los mismos opositores que creían no harían otra cosa que concurrir -por un deber sagrado- a un bipartidismo atípico PAN-PRD contra el PRI, como ha ocurrido en el pasado.

A estas alturas, nadie sabe lo que realmente sucederá el domingo 7 del 7. Lo que sí se sabe es que lo que pase no se parecerá al proceso local pasado, en lo más mínimo, con las impresiones que en la calle y lo que se produzca en los días de campaña, es en donde se actualizarán las aseveraciones y pronósticos.

La oposición, por su parte, está necesitada de dificultarle al Revolucionario Institucional su pretensión de convertirse en un proyecto de ganar carro completo, por lo cual se expone la vulnerabilidad y la incompetencia de quienes la personifican.

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