La Bola de Cristal
El sabor amargo y dulzón de la oposición
Rogelio RIVERO
Hay que decirlo, la decisión del TEPJF -con su supremo mandato-, al acelerar la temporalidad del resolutivo para excluir las 16 comunidades que –dicen- pertenecen a Campeche, fue tajante la orden para el Consejo General del IEQROO, -acatar en 48 horas sobre lo que se debe trabajar en el campo de la redistritación 2012-, lo que no tuvo que ver con lo aludido a la demanda al instituto electoral local por inejecución, interpuesta por el PAN y PRD en contubernio opositor.
Con lo que opacan la configuración de preceptos constitucionales dirigidos a exaltar la participación ciudadana sin discriminación de credo político o condición social, así como a validar derechos fundamentales que honran la vida, valores trascendentales y libertades esenciales.
Si bien el asunto se enrumbará hacia allá cuando llegue el momento y se proyecte la autenticidad del territorio quintanarroense en la SCJN, entonces luce ingenuo plantear un asunto tan serio enfocándolo sólo desde la óptica utilitario-electoralista.
El preámbulo destinado a enfrentar los desafíos futuros electorales en esta antesala dependerá de la credibilidad de los partidos y, en especial, el atractivo que éstos puedan producir entre los electores que, sin identificar otra alternativa tentadora, prefieran inclinarse por la bandería tricolor.
En principio, urge reconocer una calamidad medular, al sólo satisfacer el sabor de pegarle al instituto electoral local por parte de los demandantes ante el supremo tribunal electoral, mientras el elenco político opositor no consigue seducir a su propio electorado, cuyo capital político es sólo un axioma racionalizado y, ahora, necesiten de vejigas para nadar.
Recurrir en lo que está asegurado no es en modo alguno una redundancia triunfal al ganar en el tribunal, -sino en lo electoral-, lo apostado por las banderías de la Revolución Democrática y Acción Nacional, no generará vibraciones favorables en el electorado sureño.
El desiderátum inmediato, antes que acudir a la búsqueda de los segmentos electorales a modo, los perredistas y panistas juntos no podrán consolidar una mayoría incuestionable, si no es en el restablecimiento de la confianza mutua entre el electorado y quienes aspiran a liderarlo. Sin ese requisito, no será posible que la alternativa opositora resplandezca como una emoción próspera, entusiasta y, mucho menos, contagiante.
Es preciso deducir el contraste. La propuesta de cambio no puede seguir asociada a la pesadumbre de generar un vínculo tortuoso marcado por la incompetencia política y la sordidez. Mucho menos ahora que la propaganda antagónica ha logrado vender el proceso de inconstitucionalidad en la sala del TEPJF como una caja de resonancias.
Son muchas las condiciones que el reto demanda. Para comenzar, bien vale una autocrítica genuina que ponga fin a esta infecunda guerra de vanidades, por lo cual se invisibilicen esas “virtudes” en la urnas.
Prometerle luces a la demarcación sureña, debe pasar primero por darle claridad a la casa. Una alianza en armadijo electoral que desatienda el drama de origen no irradiará brillo hacia el campo triunfal y, lamentablemente, resultará un esfuerzo insuficiente.
De por sí, allí hay una penetración impresionante de los campechanos. Además, se facultó para dudar de la identidad quintanarroense de las personas de aquellos lares en disputa, por dos motivos, estar de este lado y, a la vez, no ser de ningún lado, al encriptar al electorado de allá, el derecho constitucional de sufragar.
Este es el mejor momento para retomar con más fuerza la defensa territorial del Estado de Quintana Roo ante las instancias jurisdiccionales, sobre todo porque la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene de nueva cuenta la facultad de resolver los conflictos de límites como ente jurisdiccional. Por lo que no es facultad del TEPJF “cercenar” al Estado.
E mail: riveroeulalio@hotmail.com
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