La Bola de Cristal
Pataleo opositor
Rogelio RIVERO
Con una nueva conducción política parece claro que el proceso por venir enfrenta un desafío muy superior al que se había planteado. Más para las figuras estelares del antagonismo rumbo a la transición en el Poder Legislativo y los 10 Ayuntamientos de la entidad. Cuya recalcitrancia a la legitimación de los mandatos de la autoridad electoral local y de la federación, el pataleo opositor representa tan sólo un objetivo táctico.
Lo más importante es la revaluación del proyecto distrital en el Estado a la luz de la única figura que posee la capacidad legal. Mientras tanto, en las mentes antagónicas urge replantear los ambiciosos objetivos ideológicos de los partidos de izquierda entrelazada con la derecha, -como Dios y el Diablo, juntos-.
A nadie escapa el hecho que los intereses de los partidos de oposición, PRD y PAN, están enfocados en la regulación del mapa distrital en el Estado ordenado por el máximo tribunal electoral federal, exclusivamente, con visiones pragmáticas que involucran que con el nuevo esquema distrital disminuya el largo alcance que podrían tener los partidos contrarios al PRI en el norte del Estado. Y se vea derrumbado su reinado.
Luego de la evaluación para el cambio del esquema de distritos para el desarrollo electoral y su norma institucional en el estadio local, deberá ser revisado nuevamente por el IFE a través del Registro Nacional de Electores, RNE, lo cual rechazó –respondió el RNE- porque no es de su competencia lo local sino lo federal.
Sin la certeza de un tipo de cambio en el plano distrital local, se ha ido devaluando la creencia de los tildes perredistas y panistas, que al contar con el cambio del mapa actual al anterior no hay libre disponibilidad electoral, como sí lo tendrían con el mapa que defienden con 5 distritos en Benito Juárez, con cabecera en Cancún, y tres más compartidos con los municipios norteños circunvecinos.
Sin embargo, la inexplicable concentración de las miradas opositoras, cejijuntas, ha dejado de lado el hecho central, el mapa distrital electoral ya no está para cambios, -dicen y aducen- no es el problema ni la solución, es un capítulo cerrado con los sentimientos electorales que cada cual y cada quien enarbola.
Ni siquiera las decisiones del Consejo General del Instituto Electoral de Quintana Roo, -el que también integran representantes de todos los partidos-, resuelven la cuestión. El problema es la usurpación que hacen creer los opositores con la sospecha que es decisión del jefe del partido en el poder.
Por otra parte, -aducen los representantes del PAN y PRD-, que el Ieqroo actúa con parsimonia la decisión con violación de las normas, de las recomendaciones, prescripciones y órdenes del TEPJF. Y como se aprecia, aún no tiene capacidad de decisión, ni la respetan los que son subalternos.
Juntos los partidos PRD y PAN en conciliábulo, -al mando el primero-, aparecen en el escenario en busca de la legalidad y legitimidad a golpe de fuerza para imponer su visión del caso, por lo cual están hundidos en un tremendo lío del cual no pueden salir, cada vez que sacan una ala, el peso se concentra en otra para hundirse más.
Esa fuerza les permite saltarse la legalidad y, especialmente, imponerle similar conducta a magistrados del TEPJF, sin que sea la última de la escala de las impugnaciones con el sempiterno síndrome del berrinchudo pataleo opositor.
Ni juntos ni separados tienen fuerza para inclinar la balanza hacia cambiar el mapa electoral y sea a modo, mientras no tienen derecho a veto sobre lo demás. Lo que producen es una aceleración de ímpetus antagónicos que los devora.
Ni qué decir que lo que ocurre en Acción Nacional en parte de la crisis en la que está empantanado. Ahora el Poder Ejecutivo no ejerce fuerza conjunta desde Palacio Nacional. La derecha se prepara para la revancha, con componendas con uno de sus más acérrimos contendores del ala izquierda en el campo electoral, el PRD.
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