La Bola de Cristal
El perderé del sur
Rogelio RIVERO
El presidente del Partido de la Revolución Democrática en Quintana Roo, Emiliano Ramos Hernández, reconoció que el partido (PRD) se ha debilitado en la zona sur del Estado, específicamente en la ciudad de Chetumal, por lo que, previó que al igual que en otras elecciones obtendrán menos votos que en la parte norte de la entidad.
El tilde salta de la memoria al escucharle intrigado sobre el retiro de la candidatura de Joaquín González Castro, a la cual se enfrentó con fuego amigo, que al final de cuentas ordenó el Trife de la mano de factores retardatarios de perredistas renegados, con subversión, a resignarse ante la emergencia de un candidato extraño.
Prescindiendo de cualquier referencia sobre la proyección en la que incurre el “perderé” del sur, que le es imposible omitir el detalle, el jefe de la tribu perredista en la aldea local, representante del continuismo de los sempiternos R’amos, coincide que son los perredistas del sur con quienes encarnan la derrota en la disputa electoral.
Por razones similares, unos sumisos y obedientes y, otros dirigentes, -de aquí del sur y de allá del norte-, siguen compartiendo la aspiración de contar con algún otro contendor afín, que se adaptara a sus comunes intereses.
Por razones similares, unos sumisos y obedientes y, otros dirigentes, -de aquí del sur y de allá del norte-, siguen compartiendo la aspiración de contar con algún otro contendor afín, que se adaptara a sus comunes intereses.
Del mismo modo como lo es para los conjurados en la rebeldía de los del “perderé del sur, que no la tienen fácil para preservarse en el oficio político, luego de que en el norte se escogiera a los candidatos a modo, por quienes no moverán un dedo, como prístinamente lo reflejan los hechos que al sur no le tocó nada, los mirones son de palo.
Es imposible establecer las equivalencias del norte con las del sur. Convertidas desde el pasado por causa de prolongada permanencia en el poder, el perredismo local hubiera inspirado con un candidato anclado en lo que ha dado en llamarse ministro de culto, un deseo compartido por quienes desde la base piramidal del PRD alimentan las habladurías de la actitud de los líderes nacionales del Partido de la Revolución Democrática, con sus tercas y ridículas maquinaciones en contra de quien los desplazó de las candidaturas.
Pese a las advertencias, ahora se diluye el potencial del perredismo del sur, otrora carismático, convirtiéndose en su mismo adversario, el líder estatal se anticipa a los acontecimientos, solazándose en un triunfalismo banal, que no sólo tiene su origen en los volátiles logaritmos que presentan los perredistas del norte, sino también en las retintineadas conjuras de aquellos del sur que, desde el campo antidemocrático fueron sacados de la jugada, y quienes han decidido minar la campaña con el propósito de hacerse indispensables tras la derrota que contribuyen a construir.
Es imposible establecer las equivalencias del norte con las del sur. Convertidas desde el pasado por causa de prolongada permanencia en el poder, el perredismo local hubiera inspirado con un candidato anclado en lo que ha dado en llamarse ministro de culto, un deseo compartido por quienes desde la base piramidal del PRD alimentan las habladurías de la actitud de los líderes nacionales del Partido de la Revolución Democrática, con sus tercas y ridículas maquinaciones en contra de quien los desplazó de las candidaturas.
Pese a las advertencias, ahora se diluye el potencial del perredismo del sur, otrora carismático, convirtiéndose en su mismo adversario, el líder estatal se anticipa a los acontecimientos, solazándose en un triunfalismo banal, que no sólo tiene su origen en los volátiles logaritmos que presentan los perredistas del norte, sino también en las retintineadas conjuras de aquellos del sur que, desde el campo antidemocrático fueron sacados de la jugada, y quienes han decidido minar la campaña con el propósito de hacerse indispensables tras la derrota que contribuyen a construir.
Una más en la memoria del perredismo local que ha colocado a contra pared ante la nada sencilla tarea de enfrentar, con un solitario AMLOve, una campaña en la cual habrá de batallar contra los continuismos de antes y de ahora.
Esto se volvió un juego en serio que produce, entre muchos, frustración, inestabilidad y confusión sobre lo que en el PRD ocurre en su eterna forma de ser y actuar.
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