La Bola de Cristal
Los caminos torcidos del PRD
Rogelio RIVERO
Bajo la tolda local del PRD ya comienzan a exasperarse. El suspenso acerca de la candidatura inhabilitada al Senado del “Quino” González Castro les está provocando nerviosismo e impaciencia. Todas las tribus internas creen que la comisión política de su partido está demorando demasiado la tensión en medio del caos por la nueva designación a la candidatura de marras, con el solo pensar en que se debe reparar lo que está roto, aun cuando se sabe que al repararlo emergentemente beneficiará al contrincante de enfrente.
Es difícil justificar el empeño en competir cuando ni siquiera la militancia partidista del partido aurinegro está en condiciones de mantenerse en la unidad para completar campaña en el actual período constitucional. Los desvelos del jefe tribal son razonables.
A menos de dos meses de la justa electoral, el tiempo apremia, un mal cálculo en la designación de un sustituto podría causarle un ala quebrada al Partido de la Revolución Democrática con el efecto de un daño irreparable al final y posterior a la contienda electoral. Y que ya no pueda en la pretensión de alzar el vuelo a causa de su revoloteo interno.
Como si fuera poco, su ausencia en la campaña local es cada vez más prolongada. Las estancias del proceso de impugnación les dificultan las cosas, sus fines antagónicos con idas y venidas en los tribunales electorales pareciera que están convaleciendo en su interior con dolencia, -que ciertamente es muy grave-. Sus tránsitos exiguos ensanchan las dudas sobre la pertinencia de su triunfo en el proceso de elección del 1 de julio.
Y será un escalón más cuesta arriba para el triunfo del candidato priista al Senado, Félix González Canto, -al que dejan el camino libre-, aún se perciba que el candidato del PRD habilitado con el diferimiento de propios correligionarios, no es menos que riesgoso, ya que dirimirá fuerzas en la contienda solo contra una apostasía intestina.
No cabe duda de que los impíos perredistas fueron los mensajeros de una escandalosa rebeldía. Mientras la cúpula del frente progresista de las izquierdas en armadijo opositor, PRD-PT-MC, insistió en la candidatura de “El Quino”, que ya se volvió inviable, más se convencerán que con un nuevo candidato sucumbirán sin fuerza al final de la contienda.
Todo ese tiempo se había aceptado como correcto el cálculo de que “El Quino” se mantuviera en campaña para conseguir un mayor fortalecimiento posible, y construir, desde allí, un endoso óptimo a favor de un proyecto perredista viable de triunfo. La jugada lucía impecable. Sin embargo, el diferimiento de los renegados les está añadiendo el peligro de perder.
Es el mismo presidente local del PRD, Emiliano Ramos Hernández, quien le está aduciendo al grupo de apóstatas perredistas que no hay evolución sin candidato fuerte, y por lo que se les ha hecho tarde, al crearse un vacío dimensional y porque sus potenciales relevistas son en realidad escuálidos en esta lucha de relevos, que ninguno tiene la talla para sustituirlo, que nadie es del todo confiable, que nadie podrá, que nadie tiene con qué.
Ese grupo tribal de renegados que insiste en retener una candidatura que no podrá asumir decorosamente la representatividad perredista, por lo que está causando una creciente crispación enardecida al interior del partido del sol azteca y de su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Que no es del todo amoroso. Que no se apresta a dar apoyo a una fuerza emergente que gira alrededor del golpeteo interno en el PRD.
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