La Bola de Cristal
Humo Blanco en el PRI
Rogelio RIVERO
Como era de esperarse, la sede de los Insurgentes fue otra vez escenario pleno de una avalancha de más de 35 mil almas tricolores, gobernadores, legisladores, líderes, simpatizantes e independientes, vinculados al Partido Revolucionario Institucional, los que estuvieron presentes en el abanderamiento de su candidato presidencial, Enrique Peña Nieto, tanto en las inmediaciones de la sede priista, como en la Plaza de la República y la Explanada de Buenavista.
Pasado el tiempo pasado, ahora ya con la candidatura del partido tricolor puesta, y que mientras ocupa en su interior, Enrique Peña Nieto no cesó de advertir sobre los perjuicios que acarreaba. Pero al hacer su faena utilizó el discurso que maneja con pericia y con el cual se siente más a gusto, evocando el espíritu del célebre líder priista, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Ahora, cuando se cumple el conjuro, -Peña Nieto candidato seguro-, llegó a su memoria el ideario de Colosio, uno de los políticos mejor formados del siglo XX, de prolongadas y prolijas ideologías, con cuya contribución ahora se puede comprender la política contemporánea con la cual Peña Nieto dedica la mayoría de sus preocupaciones y, que como Presidente, asegura soluciones.
Peña Nieto condujo un discurso atractivo, de búsqueda novedosa para la seguridad de los mexicanos, distancia reverente e irreverente frente a interpretaciones previas de los adversarios y respeto proverbial con y por los protagonistas. Exploración concienzuda de un México contemporáneo que necesita el cambio. Indagación brillante de las características de la sociedad, interés por involucrar al elector a suscribir junto con él en julio de 2012, en las páginas de la historia, el destino de los Estados Unidos Mexicanos.
Y se borraron las sombras que en la víspera de su abanderamiento, con lo que parecía evidente la asociación del nombre de Enrique Peña Nieto con los exabruptos descalificadores de la oposición. En especial con la oposición de nuestros días, debido a que no le dio cuartel desde las fallas que Peña dio en dos entrevistas de prensa, lo que inmediatamente se dio a conocer en escolias de los medios de comunicación e Internet, a quien dedicaron sin descanso lo más ácido de su opinión.
Los opositores cada vez más angustiados, -o cada vez más necesitados-, de que alguien gritara por ellos imprecaciones contra el contendor tricolor puntero, más los que se identifican con un bizarro luchador blanco en canas, y con otros, u otra, en cuya cabeza aún no se ve coronada la aureola azul.
Su legado -como abanderado del PRI- corresponde una plaza estelar que debe trascender el afecto y el respeto de los allegados. Como gobernador priista de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, asistió al acto en el cual su correligionario, Enrique Peña Nieto, recibió su constancia como candidato oficial del PRI a la Presidencia de manos del titular del CEN, Pedro Joaquín Coldwell. También quintanarroense de cepa.
El gobernador de Quintana Roo recordó que el otrora su homólogo, ex gobernador del Estado de México, pertenece a una nueva generación, que ve en la adversidad una oportunidad para crecer y está decidida a escribir sus propios capítulos de la historia. Punto
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