martes, 26 de junio de 2012

La Bola de Cristal, "Sota, Caballo y Rey", 26 de Junio del 2012

La Bola de Cristal
Sota, Caballo y Rey
Rogelio RIVERO

A propósito de la aparición de cómo van los candidatos presidenciales en las ráfagas de las encuestas, -como en la baraja mexicana-, con las figuras: sota, caballo y rey,  en el ítem, -seguimiento-, Josefina Vázquez Mota, PAN; Andrés Manuel López Obrador, PRD y Enrique Peña Nieto, PRI, lo que analistas y columnistas políticos, líderes y académicos de opinión, consideran que el puntero tendrá vigencia con esa tendencia como resultado de triunfo en el domingo de la votación.

Los panistas aún recuerdan los días cuando se veían como se encontraban inmersos en una guerra intestina los aspirantes a candidatos del PAN, -debates democráticos internos-, les llamaron, y decían -muy ufanos y convencidos- que cualquiera que ganara la interna en el amasijo panista era mejor que cualquiera de los rivales. Y Josefina les ganó a dos de tres de sus pares panes participantes.

Se supone que no era cualquiera, sino diferente, -como se autoproclamó-, que tendría mejor discurso, más inteligencia, más simpatía, más liderazgo, más capacidad de transmitir sus ideas. Cuando faltan días para el proceso electoral, quienes pensaron que la cosa no era tan difícil para conquistar la victoria, redujo varios puntos, entre otros, por la emulación de Bety Mármol, -personaje de Los Picapiedra-, que intermitentemente llamó a condicionar a las mujeres, el “cuchi-cuchi”, -cosquillas-, en el argot de la picardía mexicana, a sus parejas que vayan o no vayan a votar. Lo que redundó a tomar a risa y el sarcasmo en las redes sociales por el uso de ese vocablo.

El jinete sobre un caballo del “apócalife”, piensa en una posible elección fraudulenta, que no ha desaparecido la idea desde 2006 y, en la cual por desgracia, el actual panorama político tiende al mismo curso, sigue planteada una situación de confrontación. El tiempo ha transcurrido, pero a lo largo del mismo se han mantenido las condiciones que definen y determinan la misma historia y la misma práctica de incitar e instigar a sus seguidores hacia el descontento postelectoral.

En este sentido, sus más altos voceros, repiten que bajo la tolda del antagonismo en contertulio, se tiene y se tiende un plan oculto que le permite declarar que reconocerá los resultados electorales que proclame el árbitro electoral, pero que no se quedarán callados. Y que lo harán porque están decididos a cantar fraude e impulsar una situación de inquietud ciudadana que creará un ambiente en el cual prevalezca la inestabilidad.

Naturalmente, es la hora de esbozar la hipótesis del triunfo con el rey de la gran baraja mexicana en la mano, derrotando a quienes por alguna mala mano quedan sin opción de triunfo, una con la, sota, que trae Josefina y otro con el caballo, el que trae Andrés Manuel. Aunque astuto Peña Nieto supo hacer a tiempo mutis a los ataques con lodo, verbigracia, como el del movimiento estudiantil, YoSoy132. Gana la mano, que ya traía de antemano.

El numeral quántico de las encuestas se ha hecho una especie de religión y el resultado es tomado como sagrado por los feligreses como verdad irrefutable e irrebatible hasta el final. A lo que con la estadística se erigirá como triunfal el que llega como puntero en las encuestas, con lo que todos, de alguna manera, acuden a sus resultados a bien para apoyar argumentos convenientes para sí, o mal para rebatir los ajenos.


En el caso de la dinámica actual de los procesos electorales, las encuestas entran en una condición como pretexto de agredir al que va arriba en los porcentajes para, -por vía indirecta y efectiva- inducir lo opuesto lanzando dardos envenenados con la intención de descalificar la tendencia favorable del voto hacia el candidato más visto, al que hay que vencer antes de la contienda.

Lo que hoy reflejan los estudios de opinión, -que en el tiempo no han cambiado-, hay diferencias porcentuales razonables entre las cartas de la baraja mexicana, sota, caballo y rey, en ese orden. Esto explica porque se cree en aquello que hace crecer la idea del triunfador, y no hay de otra. Por otra parte, detrás de algunos estudios de opinión política, con porcentajes de los más desmesurados, hay agentes que están manipulando sin pudor alguno los resultados, en una suerte de desesperación que deja mucho qué desear.

Si con el rey de la abaraja mexicana que está arriba en las encuestas se gana, -aunque otros no promulgan con ello-, pues se está ganando, y no hay nada qué hacer. Y punto. Porque a la hora de la batalla por la conquista de un nuevo país, la verdadera encuesta será el domingo 1 de julio cuando los electores sopesarán con la razón y el marcador de la X en la mano -y con la conciencia a flor de piel para elegir al candidato de su preferencia-. O si continúan cuesta abajo en sus expectativas de vida. O apuestan a un futuro mejor. Eso es cosa de cada quién en el pensamiento a la hora de sufragar.

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