La Bola de Cristal
Decisión con sabor triunfal
Rogelio RIVERO
Hay que decirlo así, la decisión de la SCJN por la temporalidad de más de dos años y medio del Concejo Municipal de Bacalar, aprobado el 11 de febrero del presente año por la XII Legislatura del Congreso del Estado, y fuera el supremo mandato constatar sea hasta el 2013, sobre lo cual debe trabajar el campo democrático, muy poco tiene que ver con la aludida en estos días por algunos sectores de la oposición.
Ello significa que el Concejo de Municipal de Bacalar, deberá permanecer hasta el 23 de septiembre del 2013, para dar paso a al primer Ayuntamiento que resulte de las elecciones que se realicen en ese municipio.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), desestimó la inconstitucionalidad de los transitorios 2 y 4 del decreto 422, en los que se establecen la designación y duración del Concejo de Bacalar, por lo que de acuerdo a esta determinación no habrá elecciones sino hasta el 2013.
Si bien el esfuerzo se enrumbará hacia allá cuando llegado el momento se proyectó la autenticidad de la constitucionalidad del caso Bacalar, lució contraproducente plantear un asunto tan serio enfocándolo sólo desde la óptica antagónica.
El preámbulo destinado a enfrentar los desafíos futuros en esa máxima antesala y, en especial, el atractivo que los ministros pudieron dilucidar entre los que, sin identificar otra alternativa tentadora, prefirieron inclinarse por el lado conocido.
Al tratarse de una norma general se requería de una mayoría calificada de los votos de los ministros, es decir, 8 de 11, sin embargo solo se alcanzaron siete por lo que se desestimó la acción de inconstitucionalidad 08/2011 promovida por el PRD.
En principio, urge reconocer una calamidad medular, al sólo satisfacer el sabor de pegarle al Parlamento local por parte de los demandantes ante la Suprema Corte, mientras el elenco político opositor no consigue seducir a su propio electorado, cuyo voto es sólo un axioma racionalizado en contra.
Recurrir en lo que está asegurado, es en modo alguno, una redundancia triunfal, con la razón constitucional, por lo que, lo demandado por la bandería de la Revolución Democrática jamás generará vibraciones favorables en el electorado bacalarense.
El desiderátum inmediato, antes que acudir a la búsqueda de los segmentos perredistas para consolidar una mayoría cuestionable, es el restablecimiento de la confianza entre el electorado bacalarense. Sin ese requisito, nunca será posible que la alternativa en el nuevo municipio de Bacalar resplandezca como una emoción próspera, entusiasta y, sobretodo, contagiante.
Son muchas las condiciones que el reto demanda. Para comenzar, bien vale una autocrítica genuina, que ponga fin a esa infecunda guerra de vanidades, con la cual se invisibilizan las virtudes de lo bueno por conocer.
Prometerle luces a la demarcación municipal bacalareña, pasa primero por darle claridad a la casa. Y no a lo que desatienda con el drama de origen antagónico, que no irradiara brillos hacia el campo contrario que, con el revés en la Corte, resultó un esfuerzo insuficiente. Punto
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