La Bola de Cristal
Maquineo en la resurrección
Rogelio RIVERO
Aunque no deja de ser ilusión seductora, con el maquineo por la resurrección que se conducen principalmente algunos actores políticos, quienes encuentran en la libertad política un espacio para el arribismo o el testareo político, entregan su destino, -con fe ciega-, a la institucionalidad electoral.
Sería un contrasentido obstaculizar la infinita expansión de los espacios de libertad, en todos los órdenes, pero eso no significa abandonar la acción preventiva de los ciudadanos omitiendo el voto a la hora de sufragar por ellos y así, contener la descomposición que amenaza permanentemente a todo sistema electoral abierto o mecanismo aritmético plurinominal.
Esa acción defensora puede recaer a los que se dirigen con las más feroces embestidas, desde todos los ángulos, franca o solapada, directa o indirectamente, pues su sola ocupación es sostenerse en algún poder, y en ese único empeño, no reparan en límites para tratar de ejercer –con maquineo- el derecho a participar en la contienda electoral venidera.
Es muy fácil que en la próxima contienda electoral participen, Gregorio Sánchez Martínez, por el PRD, y Jorge Emilio González, el ex niño del partido Verde, a la consecuente proclamación comicial como pretendientes a senadores representando a Quintana Roo como una especie de sanación e unción mágica.
En ambos casos, escándalos aparte, es muy probable que las cosas no vengan tan fáciles, como aparentan. Un signo inequívoco de ese deterioro es la permanente violación de las normas por parte de ellos, la omisión del “Niño Verde” por falta de pertenencia en el Estado, o a la resignación de Greg Sánchez, de hacerse a un lado de la política, antes de la infracción del supremo voto ciudadano.
Y habría que equipararse en populismo por períodos de gobiernos incompletos, buena parte por el esfuerzo de contender por la Gubernatura del Estado, como si no se hubieran orientado bajo sospecha de falta de probidad, permanentemente, por medio de acciones encubiertas con asistencia social y su impulso político con la economía por medio del gasto público.
No hay escenario de poder más sensible, que la eventual facilidad de ser candidato mágico. Y esto se ha convertido en un caudal de rumores y especulaciones, que sólo huelgan en contra. Su ausencia temporal a riesgo de ser absoluta, es un asunto aparte, que debe ser abordado con el rigor y responsabilidad que demanda tanto la insensatez de uno y el facsímile gentilicio del otro.
Un precandidato de indiscutible valía personal y profesional, tiene una plataforma política sustentada con su mandato de responsabilidad y transparencia, previsto, -entre otros-, que consagran los principios del Estado responsable, del carácter ciudadano, honesto y ajustado al pleno sometimiento a la ley y el deber de proteger la integridad y paz ciudadana, con lo que fue colocado como expresión genuina del pueblo y con la Constitución del Estado Libre y Soberano de Quintana Roo. Punto
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