La Bola de Cristal
Palillos chinos
Rogelio RIVERO
Entre las numerosas posibilidades que encontró la galopante productividad china de convertir la selva de Quintana Roo, por tradición tierra de gracia, en centro de acopio de madera de árboles derribados por los vientos huracanados con el ardid de cambiar la realidad por la fantasía china, y con la suerte de que muchos estuviesen conformes y aun felices con el trastocamiento.
Pese a que las supuestas realizaciones carecían de asidero en el entorno, cuando partían de un recurso de selva inagotable, ahora devastadas sin compasión por los huracanes, ante la imposibilidad de que los ejidatarios y productores aprovechen los árboles derribados por los huracanes y que no han podido ser sacados de las zonas afectadas, empresarios del Gigante Asiático buscan la posibilidad de adquirir esa madera para llevárselas a sus compañías para su transformación. Hasta en palillos chinos.
La compra seria directa a los ejidatarios quintanarroenses quienes se encargaran de sacar la madera, principalmente de Chechén, Caoba y Salan, y llevarla a los puntos de embarque de México hacia China.
Debido a las maravillas de su imaginación, la República Popular de China logró el portento de hacer que las cosas cambien con la transformación de innumerables productos madereros, a como estaban antes en su estatus primarios a maravillas de arte, con una gran variedad de productos y artesanías, con lo que han operado una mutación de innovación y progreso en la realidad concreta de los últimos tiempos.
Las explicaciones razonables pueden manejarse para el entendimiento de una seducción en la cual en Quintana Roo se tienen miles hectáreas de selva devastada, pero quizá no vaya descaminado quien le encuentre fundamento en la idea que ha divulgado la Semarnat que se encara a la pretendida salvación de madera ociosa de una zona injustamente perjudicada por fenómenos naturales.
Empresarios chinos han tenido acercamiento con la Semarnat y la Comisión Nacional Forestal para tramitar los permisos necesarios que permitirían llevarse la madera dura a China, buscando paralelamente un beneficio para la gente de las comunidades rurales en donde existen árboles caídos.
La conexión se facilita por el hecho de insistir en la preferencia hacia un tipo de región selvática a cuya China dedica sus desvelos estratégicos “salvacionistas”. En ese fragmento especial de la región tropical en la cual se depositan todas las virtudes y del cual provienen productos a un sector indefinido a propósito en el cual se encuentra lo único bueno de la condición negociadora, la regeneración de la selva quintanarroense.
Este tipo de coqueteo recurrentemente chino, está a la suerte de camelo -engaño que parece ser verdadero-, a los chinos les han producido una multitud de destinatarios a mantenerse con la atracción, no sólo porque les otorga una calidad angelical que nadie les ha concedido con tanto énfasis, sino también porque los diferencia con creces del resto. Por apartarlos del lastre, que les sirve a ellos. Punto
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