La Bola de Cristal
Puente patrio
Rogelio RIVERO
El enigmático silencio resguardado en el rol patrio por la delincuencia organizada, en lo que se ha venido dando intermitentemente como secuestradora de la tranquilidad y sentimientos de la nación, según las proyecciones que datan en miles, tendieron un puente en la Fiestas Patrias.
Las más importantes plazas públicas y calles de las principales ciudades del país, incluyendo aquellas que se han visto afectadas por el crimen organizado, fueron ocupadas por la gente que festejó la noche del 15 de septiembre un aniversario más de la Independencia con verbenas y, al otro día El Desfile Militar, aunque en algunos la participación se vio disminuida y en otros, blindaron las plazas para garantizar la seguridad.
Y se dejó fluir el grito patrio de los mexicanos con la vehemencia de que sea una constante para transitar con tranquilidad y seguridad los patriotas mexicanos en este otro grito más de libertad, como ese que hace 201 años el cura Hidalgo convocó el 16 de septiembre de 1810 a la insurgencia contra el yugo español. Aunque algunos ciudadanos prefirieron un comportamiento conservador y, dentro de su ámbito social, celebraron la conmemoración más sublime de la patria.
Es en esas verdaderas conmemoraciones patrióticas que se nutren de un movimiento constante de la gente, un grito patrio, estimulado precisamente, por un incesante deseo de libertad y justicia. Y no es el sino de los sinsabores que agitan al nuevo ensañe criminal que en cuya contabilidad despuntan en algunas coordenadas de la geografía nacional con notas rojas, ésas que corresponden a las deudas históricas no honradas y a la moral patriótica de lo que un día, hace 201 años, fue expresión de esperanza y confianza frente al futuro.
Y es el insinuantemente atractivo que la audiencia nacional dio un grito dirigido al mal de males, -conocido como crimen organizado-, para impedir que siga en su evolución, por lo que se trata de hacer cualquier cosa para que pare la infausta delincuencia, esa que coarta la libertad y tranquilidad social con el potencial que ésta hubo ya, desgraciadamente, de alcanzar a la sociedad.
Antes fueron esos vaticinadores enigmáticos, como se les define a los agoreros del mal agüero -, trataron de meter la zozobra de entre los patriotas a resulta de algún atentado, según para los propagandistas antagónicos, afanados en promover el origen de esos desagrados, a éstos sólo se atina en señalar que, quizás, para otra ocasión, porque en estas fiestas patrias fallaron su malos augurios. Y El Grito con saldo blanco fue el primero en exhibir las falsas premoniciones dantescas, además de la imagen de patriotismo de las figuras de la Independencia que aún nos rodean con su espíritu.
En la ciudad de Chetumal, la capital de Quintana Roo, en la noche del 15 de septiembre, el gobernador, Roberto Borge Angulo, hizo sonar la campana del balcón del Palacio de Gobierno. Después de repicar la campana, el mandatario quintanarroense repitió un grito de patriotismo basado en el “Grito de Dolores”, con los nombres de los héroes importantes de la Independencia de México y terminó con el doble grito de viva México y viva Quintana Roo, junto con la multitud congregada en la Explanada de la Bandera. Punto
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