La Bola de Cristal
La medalla de Greg
Rogelio RIVERO
Un buen número de conmilitones, -un armadijo opositor de lucha con propios y extraños provistos-, se han dado al traste político buscando el sillón mayor del Palacio del Gobierno del Estado, y más, aún cuando con avidez de triunfo sufrieron la derrota en el pasado, en desmedro del arca municipal, en lo que hoy Cancún es territorio de raigambre opositoras.
Endeudado hasta las cachas -y al fondo de las arcas- con el engañó de ser un nuevo redentor olvidando la primera misión cuyo objetivo era el atender a los benitojuarenses con sus fortalezas económicas.
Como le faltaban dos años para el término de su encomienda como presidente municipal de Benito Juárez, Greg optó por licenciarse para llegar a la precandidatura a Gobernador con el intento e impulso -truncado- de un armadijo opositor, que debió distraer recursos para atraer sufragios y así fortalecerse con las reservas de la joya de la corona.
Se rumoran crónicas fabulosas sobre sus riquezas de tierra firme y, aunque exonerado, la autoridad judicial logró con un brazalete cautelar se prolongara hasta cierto tiempo. Ahora ya en su término. No existe aun evidencia fehaciente, pero circula el rumor que si resulta responsable, nuevamente se le llamará a cuentas.
Y algo hay en los rituales de las cantatas, -como en las iglesias cristianas-, una que entonó Greg en el ágora preparada a su llegada a Cancún, ante y entre sus feligreses, ujieres –cuidadores- y paniaguados –seguidores-, con él en la barca política, -afirman líderes de la izquierda-, se triunfará en los principales escaños a jugarse en el 2012.
Aderezados a la medalla de Greg, ahora le colocan coronas y brazaletes de oro, al mesías, antes, y nuevamente adorado, con un ofrecimiento cristiano echando todo el fervor que llevó en el pié en medio de una laguna de incertidumbre. Y como transmisiones en cadena, asistió la gente impulsada con el dilapidar de las reservas como vieja usanza en el bailío tropical. Por ahora opositor.
Ya sin ser leyenda y sin la misión que aurea la presidencia municipal, ahora sin el control sobre el arca, es el elemento dilemático en la próxima campaña electoral, no sólo la interna de la oposición, y no estriba sólo en decidir o decir, que va Greg porque va, -a lo mejor él no quiere ir, –como ya lo afirmó- en su regreso a Cancún, menos bajo la forma del viejo régimen opositor. Cuando lo postularon como su contendor.
Ni siquiera se trataría de una competencia entre dos personalidades, dos partidos, dos estilos o dos maneras de gobernar, que también, sin embargo, podrían estar en juego. Y podría afirmarse, igualmente, que el asunto se reduce a un problema de eficacia o de falta de ella, de corrupción versus honestidad, factores igualmente a ser considerados, pero ninguno decisivo a la hora de ponderar a Greg de manera victorioso como si fuera el todopoderoso en todas las batallas.
Y no vuelve el Greg de antes, como tenía que ser, un candidato se saca una sola vez, pues si no cambia de parecer, no llevará su foto la boleta, así que solo habría que volver a sacarlo en caso de pérdida. Y salen nuevamente las lumbreras opositoras con lo que en el proceso pasado impusieron la norma de que con Greg se vence a cualquiera, y por lo tanto hay que actualizarlo. Punto
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