La Bola de Cristal
El desaliento que crece
Rogelio RIVERO
Cada intervención del presidente municipal de Benito Juárez, ahora a la autodefensiva, que se fundamenta básicamente en una estrategia para estimular la inquina popular, con el discurso de odio y confrontación, luego de casi un mes en funciones constitucionales, no se atenúa sino que, por lo contrario, se incrementa.
Y nada, no le importa la tranquilidad del municipio más importante del Estado y del país, razón por la cual echa mano de cualquier sospecha en contra de lo que se mueva a su alrededor, -al estilo ranchero-, para preservarse en el poder, por poder. De allí que dividir a la sociedad benitojuarense entre ganadores y perdedores se vaya convirtiendo en política de ramplona.
Sin embargo es notorio como el despilfarro y la corrupción mantienen arruinada la infraestructura de la ciudad cabecera municipal y con la falta de servicios a la comunidad, mientras ese paradisiaco destino se transforma en lamentables situaciones, no obstante el estrepitoso fracaso, después de 3 años de decaimiento, se pretende seguir perpetuando la farsa, según se ve luego de recibir la estafeta, la que es manejada por los partidos bajo la tolda opositora, y sean los culpables de los desarreglos sociales acumulados.
Así pues, desde el inicio de su mandato, y como ha sido hasta ahora, la prerrogativa de poseer el poder por el poder queda reservada para esos soldados conmilitones que sí gozan de sensibilidad y entrega distributiva.
El nuevo régimen municipal pretende seguir atravesando el destino con el sentimiento opositor de seguir armando sainetes, un día sí, y el otro también, para santificar el antagonismo como único capaz de garantizar la extensión de su mandato.
Lo que el gobierno actual municipal no logrará, no obstante la prodigalidad con que maneja el erario, es inevitable que el grupo dominante se enriquezca y el pueblo se empobrezca. Basta ver la lamentable situación en la que se encuentra la ciudad de Cancún para verificarlo.
El peligro más grande está en que los otros, los que no son ellos, se adapten y sigan en el papel de simples conformistas, mientras el régimen opositor persiste en instituir la manipulación y ofertas fantasiosas.
La maniobra está diseñada para que la gente continúe participando en rutinas, levantando las ruinas, si no con entusiasmo, por lo menos con sentido conformista, no obstante las ingentes penurias del pueblo.
Allí está como corolario la endemia que avanza, igual que los apremios de los padecimientos sociales a los que el oprobio condena. Es el deterioro de la calidad de vida frente a lo inaudito. Punto
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